martes, 27 de abril de 2010

Al Fito lo que es del Fito

No recuerdo que canción de Fito Páez escuché por primera vez en mi vida, aunque puedo intuir que fue Mariposa tecknicolor. Lo que sí tengo claro en mi memoria fue cuando llegó el Euforia a mis manos allá por el año 1996 y lo que sentía al oír Cadaver exquisito cada vez que mi hermana la ponía en nuestro viejo equipo: extrañeza, pues no podía entender bien de qué iba la letra a nivel general (no conocía el término) , más si algunos de sus fragmentos, como mi vida gira en contradicción, jamás conquiste mi corazón o es tanta la tristeza y es tan ruin, celebro la experiencia feliz. Me pareció genial, como Tus regalos deberían de llegar, cuya letra recuerdo haberle escrito a mi amiga secreta en una carta, o un Vestido y un amor, un clásico y banda sonora de mi historia personal. Y ponía el disco en la obscuridad de mi cuarto. Y cantaba. Y soñaba mientras tanto que la chica que me gustaba por entonces iba a tocar mi puerta y a compartir mi escucha, en silencio. Y así, con Páez (y Charly García) empecé a coger la manía de hacer ello para soltar toda la pena que podía guardar mi bobo o para aferrar la alegría a mi ser, al tiempo que descubría también Tres agujas y Parte del aire, que hasta ahora me conmueven.
Si bien ya tenía en mi poder un cassette pirata made in Chiclayo de él, para conseguir mi siguiente album -original- del cantautor argentino tuve que regresar caminando muchas veces de la academia a mi casa o mantener mi hambre a raya para ahorrar. Así, conseguí hacerme con uno que rezaba "Grandes éxitos" adquirido en el desaparecido Discocentro de Jirón de la Unión y, posteriormente, el Amor después del amor, comprado para mi alegría en el corazón de Quilca. Canciones notables, muchas: la espectacular Giros (fotografía de distintos lugares, fotográficamente tan distantes), la alegre Rumba del piano, y la -a mi entender- fresca y optimista Un rosarino en Budapest (cuando yo me vaya de aquí me iré por todas partes, transformándome, cortaré una lágrima con una gillette y serán otras mis señales). De todas, me quedo por feeling con Creo, como imagen de todo lo que me rodeaba, digamos... año 2000: Creo que aún tal vez piensas en mí, creo poder captarlo. Creo que al fin nada tiene fin, creo desesperado. Creo que morir es una sensación, creo que vivir podría serlo pero ahora es algo mucho más real... No quiero nada que nos haga mal. Yo creo y con eso basta.
Luego llegó mi queridísima amiga Rosita, cantando Dar es dar... y la grandiosa sensación de que algo tienen estos años, que me hacen poner así procedente de Pétalo de sal.
Una vez superados los malos ratos... utilicé Lo que el viento nunca se llevó como bandera, tal cual hago con Don't spot me now de Queen. Era interesante: yo recostado en mi cama, con mi cabeza sobre el vientre de mi ex novia, riendo mientras escuchaba la siguiente estrofa:

Cuando el mundo se pone oscuro
se pone lento, todo mal
por el mundo, yo no me dejo desanimar
preferiría amarte y no pensar
siempre entre tus piernas quiero más
amar, amar, amar, amar
el paraíso es un lugar...

Pasó el tiempo... Páez vino varias al Perú y yo nunca tuve el dinero suficiente como para ir a verlo, aún cuando ya me encontraba trabajando... me imagino que la casualidad jugó en contra siempre, a diferencia de la buena fortuna de mi pata Ángel -aka Piwi- a quien hace unos días vi en medio de una noche un tanto lluviosa. Se va -se fue ya- a Buenos Aires y en breve verá al argentino jugando de local. En fin. Ahora mismo estoy enganchado con Brillante sobre el mic, Dos en la ciudad, A medio paso de tu amor (y cuando Lima fue París no sé si lo soñé), Bello abril, Tu sonrisa inolvidable (gracias Franz), y una canción a la que jamás le había prestado la debida atención, no tengo idea por qué, Fue amor (bueno, sí sé por qué XD).

PD: El Enemigos íntimos (con el maestrazo Sabina) es otra historia. Bye.

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