miércoles, 6 de abril de 2011

La belleza

Es interesante conocer lo que hizo el violinista Joshua Bell hace unos años en el metro de Washington: tocó de incógnito con un Stradivarius de 1713, valorizado en 3.5 millones de dólares, tres días después de haber llenado el Boston Symphony Hall (a 100 euros la entrada).
Un artículo publicado por El País explica que todo era parte de un experimento en el que se buscaba comprobar si la gente está preparada para reconocer la belleza. Señala que "a los 43 minutos habían pasado ante él mil 70 personas. Solo 27 le dieron dinero, la mayoría sin pararse. En total, ganó 32 dólares. No hubo corrillos y nadie le reconoció".
Y pensar que a veces tenemos la oportunidad de acceder a cosas muy chéveres y, por poco antentos o alpinchistas, las dejamos pasar sin darnos cuenta de la torpeza. Seguro que esa misma gente, de haber oído a Bell en un auditorio, hubiera aplaudido a rabiar y, una vez culminada la función, habría comentado haber pasado un momento inolvidable o que sus 400 soles estuvieron bien invertidos.
¿Todo depende del contexto? Cosas de la belleza, supongo que, como siempre, hay que agarrarle el gusto a las cosas y tratar de ver lo genial en lo simple, como escuchar una melodía agradable en el lugar y el momento menos esperados, porque las oportunidades se pasan y, por lo general, no regresan.

Ave María - Joshua Bell

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